Una invitación a la luz

El jardín de Krupárna, el centro de A Rocha República Checa en el norte de Bohemia, es un oasis de verdor: Los herrerillos Cyanistes caeruleus revolotean entre los arbustos autóctonos plantados, mientras que la lavandera cascadeña Motacilla cinerea caza cerca de los siete estanques, donde se alimenta de insectos e invertebrados de tipo acuático. A lo largo del arroyo que bordea el jardín, podrá ver un martín pescador, Alcedo atthis, o una libélula de vientre plano, Libellula depressa. Los tejones se han instalado junto a los montones de madera y maleza para reptiles, mientras que las abejas solitarias residen en el hotel de insectos de cinco estrellas. Los visitantes de dos patas también son bienvenidos: los niños aprenden sobre plantas y animales en su visita semanal al club, incluyendo qué plantas son comestibles y cuáles no. Todos los que pasen por el sendero del bosque están invitados a detenerse y disfrutar del jardín, un testimonio sin palabras del amor de Dios.

Recientemente, el jardín resonó con el entusiasmo de los alumnos y sus profesores cuando siete colegios participaron en una «Olimpiada Ecológica», un concurso medioambiental de dos días organizado por A Rocha República Checa a petición del gobierno local. Jana y Filip, dos de los educadores medioambientales de A Rocha, pusieron a los equipos a prueba sus habilidades de identificación en botánica, aves, mamíferos, insectos, biodiversidad y protección de especies.

Al caer la tarde, se invitó a los «olímpicos» a unirse a una vigilia con velas de esperanza para sanar nuestro mundo roto. Comenzando en la oscuridad, la gente leyó pasajes bíblicos y textos medioambientales, acompañados por la música de Taizé. Poco a poco, se fueron encendiendo velas que brillaban mientras se leían las palabras de Jesús: «La luz brilla en las tinieblas, y las tinieblas no la han vencido» (Juan 1:5). El segundo día, los alumnos crearon hábitats diseñados específicamente como zonas de anidamiento o refugio para aves, reptiles e insectos, habiendo investigado el estilo y los materiales apropiados que debían elegir. Estas asombrosas estructuras forman ahora parte del jardín, un recordatorio de que Dios nos llama a la luz y a trabajar juntos por un mundo sano.